lunes, 9 de mayo de 2011

La Palabra de Hoy " Los negocios de mi Padre"

 
Introducción

Grandes buenas noticias hemos recibido de la Palabra de Dios que nos insta a Andar en el Espíritu. Jesús dijo que el Espíritu de Verdad nos sería dado, por lo cual podemos ser cristianos auténticos y no imitadores religiosos seguidores de reglas. El Espíritu de Verdad es nuestra protección además en contra del mal de este mundo. Guardados en lo reservado de Su morada, dicen las escrituras, podemos estar a salvo de todos los males. Pero el Espíritu además toma todo de Jesús para reproducir en nosotros la imagen gloriosa de un Cristo Jesús victorioso, triunfante, poderoso, honrado y glorioso. Como un escultor el Espíritu de Verdad toma a Jesús, una vez glorificado, como un modelo, para reproducir en nosotros, la materia prima, la misma imagen de gloria, poder, victoria, unción, honra, fortaleza, sabiduría, etc.

Es así que, como en un espejo, mirando a cara descubierta la gloria de Dios, somos transformados a Su imagen. Es por ello que la Palabra dice que “Como Cristo Jesús es, así somos nosotros en este mundo”. Y estas palabras tienen una repercusión importante para nosotros y latierra en donde aún vivimos:

DESARROLLO

1.    Crean por mis obras

Juan 10: 31: “Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 33Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 34Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), 36¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis”.

Muchas fueron las profecías que hablaban de la venida del Mesías, según los investigadores de teología dicen que son más de trescientas, y Jesús las cumplió todas cabalmente. Con toda facilidad Jesús podría demostrar, a partir de las mismas, que era Él y no otro el Mesías que les había sido prometido. Y si aún faltaran pruebas en la Palabra de Dios, pues la mismas cosas creadas dieron testimonio de su nacimiento,
pues una estrella fue la que guió a los magos de oriente para llegar hasta el pesebre donde el Salvador había nacido.No obstante, Jesús no justificó su identidad a partir de las escrituras, tampoco por las manifestaciones sobrenaturales que la naturaleza daba de Él; sino por las obras que hacía en esta tierra. Los religiosos de su tiempo no soportaban escucharle decir que era el “Hijo de Dios”, porque al decirlo se hacía igual a Dios. Ellos consideraban una gran blasfemia su dicho, ¿quién podría hacerse igual a Dios?, pensaban ellos. Pero Jesús contesta de la forma más sencilla, pero al mismo tiempo de mayor riesgo: “Si no hago las obras de mi Padre, entonces no me crean que soy Su hijo”, les dijo. Más de trescientas referencias proféticas se pusieron en juego en ese mismo momento, todas las  manifestaciones de la creación y la visitación de ángeles; todo estaba puesto en riesgo con aquellas palabras. Y creo que podemos ponernos a pensar un poquito: Las escrituras dicen que como Él es, así somos en esta tierra; también dice que por la fe en Jesús hemos sido hechos hijos de Dios y herederos del Reino de los Cielos. Hay una gran cantidad de escrituras que declaran que hemos recibido la genética divina en nosotros al haber nacido del Espíritu Santo, además hemos sido transformados a la imagen gloriosa de Jesús. Podríamos hablar mucho sobre todas las referencias bíblicas que declaran nuestra identidad con hijos de Dios, llenos de gloria, triunfo, sabiduría, amor, libertad, fortaleza, unción, etc. Pero Jesús no uso ninguna referencia profética para defender su identidad sino sus obras, ellas hablarían de Él, porque no eran suyas, sino las de Su Padre.

Al ver lo que Jesús hizo entonces podría preguntar: ¿Son las obras que hacemos una buena referencia para que el mundo crea que somos hijos gloriosos de Dios? ¿Podríamos decir como Jesús dijo: Si no hago las obras de mi Padre, entonces no me crean que soy Su hijo?.
Creo que a muchos cristianos contemporáneos les daría mucho miedo hacer una declaración semejante. Es mucho más fácil justificar nuestra identidad a partir de la Palabra de Dios, que es Verdadera y no miente; que hacerlo a partir de nuestras obras. Pero esto es necesario para que el mundo crea.

2.    Los negocios del Padre.

Y entonces surge una pregunta: ¿Cómo es que puedo hacer las obras de mi Padre aquí en la tierra?

Lucas 2: 49: “Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No Sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”.

Y la respuesta nos la da Jesús mismo cuando tenía apenas doce años. Junto con su familia y algunos vecinos y amigos de Nazaret, Jesús fue a Jerusalén al templo. Sin embargo al regresar la comitiva no advirtieron que Jesús no iba con ellos, sino hasta después de un día de camino. Cuando regresaron para buscarle se sorprendieron al verle sentado junto a los doctores de la ley, escuchándoles y preguntándoles. Quizá ellos pensaban que Jesús, como otros niños de su edad, buscaría ocupar su tiempo en algo entretenido; pero no
era así. Jesús sabía que era Hijo de Dios, por lo cual estaba estudiando los negocios de Su Padre, a los cuales, en el día señalado, se dedicaría por completo. Jesús pudo trabajar en dos tipos de negocios, en los de su padre terrenal José, y en los de su padre celestial. De hecho fue conocido como carpintero, por lo cual puedo entender que aprendió el oficio de José y lo desempeñó como su ayudante; pero también puedo ver que Jesús aprendió el negocio de su Padre Celestial, puesto que Sus obras fueron las que hizo en la tierra.
Como antes les he dicho, los judíos tenían la costumbre de llevar a su hijo a la plaza pública al cumplir la mayoría de edad, para gritar a toda la gente de la ciudad, que su hijo, a partir de ese momento, representaba perfectamente los intereses del negocio del padre que lo presentaba. Se suponía entonces que el hijo había aprendido lo suficiente del negocio, no solo para representar a su padre, sino para hacer las mismas obras que el padre. Fue así que el día en que Jesús fue a Juan al río Jordán para ser bautizado, Juan dijo de Él: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, pero Dios anunció públicamente: “Este es mi hijo amado en quien me complazco”.

Mateo 3: 16 “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.

Sin duda las escrituras decían de Jesús la verdad, tanto es así que Juan lo reconoció cuando fue a él. Pero para poder hacer las obras del Padre, es necesario estar en sus negocios. Quien se ocupa de otros negocios pues nunca podrá realizar las obras del Padre. Solo quien practica la carpintería podrá ser un buen carpintero, quien juego futbol podrá llegar a ser un buen futbolista. Solo quien estudia ingeniería y después practica sus estudios en alguna industria podrá ser un buen ingeniero. No hay forma de hacerlo diferente. Ahora bien, hemos aprendido que el Espíritu de Dios toma de Jesús tomo lo que nos falta; nos quita todo lo que nos sobra también, para que podamos tener la misma imagen gloriosa de Jesús. Así que la imagen de Jesús ha sido desarrollada en nosotros por el Espíritu de Dios, pero ahora nos toca andar en los negocios del Padre, si es que queremos hacer sus obras de forma tal que la gente crea que somos hijos Suyos. Y entonces surge otra pregunta:
 ¿Y cuáles son los negocios del Padre? ¿La iglesia es su negocio? No, para nada. La Iglesia es la novia del Cordero, la esposa preciosa y perfecta del Salvador y Rey Jesús; pero no es el negocio del Padre.

3.    Deshacer las obras del diablo

1 Juan 3: 4 “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”.

Bueno, pues de acuerdo al anterior párrafo de la Palabra de Dios, Jesús apareció en esta tierra para destruir las obras del diablo, siendo la principal de ellas, el pecado, que es capaz de separar al ser humano de Dios.
Parece que ser que Jesús entendió muy bien de que se trataba el negocio, porque hizo la tarea perfectamente. Tomó la forma de siervo, como un ser humano como todos nosotros, y en esa condición se hizo nuestro sustituto para recibir en sí mismo el castigo del pecado, tomó la muerte y aún descendió al infierno donde predicó a los espíritus encarcelados, nos dice la escritura. Todo ello para que nosotros, quienes
en Él creyéramos no tuviéramos que padecerlo. Jesús deshizo las obras del diablo: La muerte, la consecuencia del pecado, las enfermedades, la pobreza, la tristeza, el dolor, etc. Pero ahora, conforme a las
escrituras, una vez glorificado nos ha dado Su imagen, por el Espíritu de Verdad que nos prometió.
Esta imagen gloriosa que nos ha sido dada es para que podamos hacer las obras del Padre aquí en la tierra, ya no como sustitutos de nadie, pues Él es el único Cordero de Dios, pero sí con la gloria, poder y unción suyas; para que en Su nombre, el cual también nos ha sido dado, podamos hacer las obras del Padre en la tierra.

Isaías 61: 1 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. 4Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones”.

Una vez que Jesús había sido bautizado en el Jordán y que había sido tentado en el desierto saliendo victorioso, regresó a la ciudad de Nazaret en donde entró en la sinagoga conforma a su costumbre y entonces le dieron el libro de Isaías para que hiciera un lectura. Tomó el rollo y leyó el capítulo 61, declarando a todos los presentes que esa escritura se cumplía en esos momentos delante de ellos.

Jesús anunciaba Su ministerio, es decir a las obras del Padre; vamos para que entendamos: “A qué se dedica el Padre”. Y bueno dijo que sus obras serían estas:

Predicar buenas noticias a los abatidos, vendar el corazón de los quebrantados, publicarles libertad a los cautivos, abrirles la cárcel a los presos, proclamar un nuevo tiempo de buena Voluntad de Dios para con la gente, consolar a los enlutados, cambiar la derrota en gloria, el luto por gozo y la angustia por alegría; reedificar lo que el diablo había dejado en ruinas.
Lo anterior constituye, sí, escúchalo bien, el negocio del Padre.

4.    Atendiendo los negocios del Padre

Así que creo que ser hijos de Dios no es solamente un título nobiliario, ni tampoco solamente un honor al llevar Su misma genética, sino una responsabilidad importante. Los hijos de Dios debemos hacer las obras del Padre en la tierra. Como dije, el negocio del Padre no es la iglesia como una institución, sino las personas que están sufriendo todos los efectos del pecado y del paso del diablo por sus vidas. Tu puedes ser un gran vendedor o gerente de una buena empresa, quizá un buen empleado o dueño de un negocio; tal vez seas estudiante o ama de casa; no sé a qué te dediques en específico; pero sí sé que si eres como Cristo Jesús es, es porque las obras del Padre es necesario que hagas. Las escrituras dicen de ti quien eres, eso es para que tú lo creas y por esa fe te levantes para hacer lo que te toca; pero la gente del mundo tan solo ve obras, porque aún no tiene fe para creer en la Palabra. Por lo tanto mostremos a ellos el negocio del Padre.
Dios está en el negocio de los milagros, de la salvación, de las sanidades, de la transformación de vidas.

¿No te gustaría integrarte al negocio?


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